Sala del Porfiriato

La organización política de Durango durante el porfiriato fue determinante para ejercer un mayor control sobre la población. La entidad se dividió en trece Distritos o Partidos organizados en Municipalidades y éstos en jefaturas de Cuartel.

En esta época se favoreció a las compañías extranjeras que se apropiaron de grandes extensiones de tierra en prejuicio de los campesinos y las comunidades indígenas. Proliferaron las haciendas que con la explotación de los peones elevaron su producción en beneficio de los terratenientes.

La minería y la ganadería también fueron productivas. Se introdujo además el ferrocarril, que tuvo un gran desarrollo en la entidad, de la capital se comunicaba con Zacatecas y a Lerdo, así como con las zonas mineras y forestales. La industria textil fue la de mayor trascendencia.

A fines del siglo XIX se llevó a cabo la "Reforma Escolar Durangueña", sustituyendo a la educación memorista por la racional. Se abrieron 123 escuelas primarias oficiales y 56 privadas. La preparación profesional se ofrecía en el Instituto Juárez.

La inconformidad existente por la injusta distribución de la riqueza y las arbitrariedades propiciadas por el sistema, originaron la formación de grupos democráticos que siguieron las ideas de Don Francisco I. Madero. En 1909 se suscitaron sangrientos sucesos en el Mineral de Velardeña, cuando una procesión religiosa fue atacada por los propietarios de la mina; esto motivó que los fieles destruyeran las instalaciones, siendo brutalmente reprimidos por el Ejército Rural. Estos abusos y los despojos de tierras en San Pedro y Santiago Ocuila son considerados como los antecedentes directos de la Revolución en Durango.

En la sala se encuentra un gran retrato de Don Porfirio Díaz y artístico mobiliario representativo de las clases pudientes.

La dictadura

La dictadura

Durante el porfiriato, la organización política de Durango fue determinante para ejercer un mayor control sobre la población. La entidad se dividió en 13 distritos o partidos, organizados en municipalidades y jefaturas de cuartel.

Tras su primera reelección, el general Porfirio Díaz nombró gobernadores a jefes militares sin importancia, como el general Juan Manuel Flores, quien gobernó Durango durante 17 años hasta su muerte, en 1897. Después ocuparon el cargo amigos personales del presidente Díaz, sin arraigo en la población.

A los ayuntamientos se les limitó el financiamiento y los impuestos pasaron a las recaudaciones de rentas del estado, lo que redujo aún más el poder de los municipios. Los partidos políticos opositores tuvieron corta vida; al final del porfiriato se consolidan algunos como el Democrático y el Antirreleccionista.


La educación

La educación

A fines del siglo XIX se llevó a cabo la reforma escolar durangueña, mediante la cual se sustituyó la educación memorista por la racional, basada en la observación de la naturaleza.

Durante el porfiriato se abrieron 123 escuelas primarias públicas, que recibían cerca de 9 mil alumnos, así como 56 establecimientos privados que atendían a mil 486. La educación secundaria y preparatoria se impartía únicamente en el Instituto Juárez y en el Colegio Católico, mientras que la formación profesional que otorgaba grados de instrucción primaria, escribano público y abogado, se impartía exclusivamente en el Instituto Juárez.

Numerosos hacendados se opusieron al programa de reforma educativa, bloqueando la introducción de la enseñanza primaria. Los medios informativos y literarios se circunscribían a los pocos periódicos existentes del gobierno y de particulares.


La economía

La economía

A principios del porfiriato se dictaron leyes que favorecían a las compañías deslindadoras extranjeras para la colonización de tierras nacionales y terrenos baldíos, en perjuicio de pequeños propietarios y comunidades indígenas.

En 1888 se aprobó un contrato que cedía a la compañía Agricultura Limitada del Tlahualilo los derechos sobre el uso del agua en la región lagunera. Proliferó el peonaje en las haciendas agrícolas algodoneras, mientras que el cultivo de parcela y pequeño agricultor abarcó desde Canatlán hasta El Mezquital.

Después de la intervención francesa la minería se mantuvo estable; además de la explotación de la veta del Cerro del Mercado, el mercurio atrajo a las compañías extranjeras.

A pesar de su auge, a fines del siglo XIX las haciendas ganaderas contrajeron grandes deudas, y en 1910 entraron en crisis. Aunque el ferrocarril no tuvo un gran desarrollo, permitió la comunicación de la capital con Zacatecas, el Salto y Lerdo, zonas mineras y agrícolas de la región. La industria textil se desarrolló en La Laguna y en las cabeceras de los distritos.

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